Alhama de Aragón a 115 km. de Zaragoza, es una de las localidades españolas más conocidas por sus termas, se encuentra al pie de la antigua N-II, cuya circunvalación aunque ha mermado algo sus visitantes ha dado la necesaria tranquilidad a sus establecimientos termales.

Medios de acceso:
Ferrocarril, Regionales, con salida de Zaragoza, Estación Intermodal.

Alhama trae en su nombre árabe el recuerdo de las aguas termales que han hecho famoso el pueblo: el topónimo significa "la fuente termal", y fue denominada en época romana como Aquae Bilbilitanorum. Los manantiales medicinales que ya usaron los que dieron nombre al lugar siguen empleándose en nuestros días con fines terapéuticos. Los edificios de los balnearios, con sus aires modernistas que traen el recuerdo de las décadas doradas de este tipo de establecimientos, se alinean paralelos a la carretera en el desfiladero calcáreo. Para defender este paso los musulmanes levantaron una fortaleza cuyos restos todavía se alzan en la vertiente izquierda, dominando el camino y el curso del río. La primitiva fortaleza fue conquistada por El Cid y luego volvió a manos musulmanas hasta que Alfonso I la ganó para los cristianos definitivamente en 1120. La torre airosa de blanca piedra que destaca sobre el conjunto es posterior: quizá fue levantada en aquel siglo XIV tan agitado por las guerras entre castellanos y aragoneses.

La parroquia de Alhama se alza junto a la carretera. Es un templo barroco pulcro y bien cuidado en el que da gusto contemplar las yeserías que adornan la bóveda: una herencia de la habilidad de los alarifes mudéjares en el manejo del aljez para lograr geometrías decorativas que siguieron realizándose hasta el siglo XVII e incluso más tarde.

En Alhama hay varios balnearios, pero lo que más destaca es su impresionante lago termal -único en España- de casi dos hectáreas de superficie, con dos islas y un caudal impresionante de cristalinas aguas que brotan a 34º.


Lago de Alhama de Aragón

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